Coches para el recuerdo: Citroën Visa GTi
A mediados de los ochenta, PSA lanzó un nuevo concepto de deportivo. Híbrido entre un 205 GTI 1.6 y un coche con poco encanto como el Citroën de base, el Visa GTi fue su gran idea.
Desde un punto de vista comercial podía parecer muy arriesgado, casi revolucionario, lanzar un deportivo sobre la base del Citroën Visa, un utilitario que nunca se recordará por la belleza de sus líneas. Sin embargo, el Visa GTi mejoró considerablemente la estética del resto de versiones. Con unos faros redondos en vez de los espantosos cuadrados, los aletines del color de la carrocería, dos discretos aleroncitos traseros y unas llantas de aleación ligera, Citroën obró el milagro. Interiormente, en cambio, este Visa renunció a sus principios. Hizo desaparecer los detalles clásicos de la marca, como el volante de un solo brazo y los satélites repletos de mandos que hacían que el puesto de conducción pareciese el de una nave espacial. Muchos los criticaron, pero los propietarios de un Visa se acostumbraban a ellos y les parecían cómodos. Eran parte de la personalidad del coche.
Para el Visa GTi, Citroën diseñó un interior mucho más clásico y deportivo. Colocó un atractivo volante de tres brazos y un aro más grueso que mejoraba el tacto. También le dotó de una instrumentación muy completa y fácil de leer. Una tapicería exclusiva terminó de convertir a este utilitario en un alegre deportivo. Eso sí, los asientos no eran del todo cómodos por culpa de una mala posición de anclado, que los hacía estar un poco hundidos de atrás. Puesto a poner pegas, lo único que se echaba de menos era el aire acondicionado… que no existía ni como opción.
El Citroën Visa GTi, un deportivo único
Aunque pueda parecer un problema, la carrocería de cinco puertas hizo único a este Citroën Visa GTi en su género. Unido al buen precio por ser de fabricación nacional (se construía en Vigo), este deportivo se convirtió en una opción interesante y atractiva a la hora de comprar un automóvil para el público joven, que además de sensaciones que satisficieran su carácter deportivo, conservaba el lado práctico del Citroën Visa.
Mecánicamente, el Citroën Visa GTi se “aprovechaba” de su origen PSA. Citroën utilizó el tren delantero completo del Peugeot 205 GTI 1.6, más ancho de vía. Esto transformó absolutamente el carácter, el comportamiento y la apariencia externa. De entrada, hubo que poner unos aletines que cubrieran las ruedas, que sobresalían de la carrocería considerablemente. Además, la suspensión era más firme y 4 centímetros más baja que en las demás versiones, ayudando a un mejor agarre y menor balanceo de la carrocería en curva. El motor de cuatro cilindros del Peugeot 205 GTi era la guinda del pastel. De este motor, de 1,6 litros de cilindrada y 105 CV de potencia a 6.250 rpm, ya hay poco que comentar: era y sigue siendo una maravilla. Y, además, combinado con unas nuevas relaciones de cambio, algo más cortas que en el 205, hacían que el Citroën Visa GTi se moviera con gran soltura y alegría, pues pesaba sólo 870 kg, con lo que homologaba un 0 a 100 km/h en 9 segundos y una velocidad máxima cercana a los 180 km/h. El cambio, manual de 5 marchas, era rápido y preciso. En definitiva, muy efectivo.
Hasta aquí todo era de color de rosa. La parte trasera, en cambio, no pintaba tan bien. El eje trasero del Citroën Visa GTi era mucho más estrecho (12 cm) que el delantero. Esto no ayudaba estéticamente, ya que los aletines traseros son mucho menos abultados y descompensaban la línea general. Además desde un punto de vista de confort y comportamiento en la carretera, no era el mejor planteamiento. Pero a pesar de todo cumplía más que correctamente. También atrás, el maletero perdía gran parte de su capacidad al llevar alojada la rueda de repuesto dentro. Situada en los demás Visa en el compartimento del motor, en el GTi no cabía. Tampoco se pudo utilizar la solución del 205 de llevarlo debajo del maletero, por problemas de diseño.
Citroën Visa GTi: su propietario
Daniel Villas nació en el seno de una familia Citroënista. Su tío trabajó en la Citroën, lo que hizo que cada automóvil que adquiría la familia fuese de la marca. Su primer coche fue precisamente un Visa 1.7 RD que le traspasó su madre. Como a cualquier joven, a Daniel le hubiera gustado algo más potente y divertido que un viejo utilitario diésel de aquella época. Después de buscar durante años un GTi que se encontrara en buenas condiciones de estado y originalidad, en julio de 2011 encontró en Murcia el que sirve de base a este reportaje. Esta unidad se encontraba en un estado casi original. Lo trasladó a Madrid por carretera sin problema alguno. Destacaba el interior, en perfecto estado. Aquí no ha tenido nada que arreglar, lo único añadido es un autorradio moderno que, gracias a su carátula extraíble, no desentona en las fotos.
Lo primero que hizo Daniel fue pintarlo. Como no encontró un juego nuevo de aletines del color «fresa» original, tuvo que pintar los que tenía instalados, que alguno no era el correcto. Esto los hace más brillantes, pero es una buena solución si no se encuentran los originales. Mecánicamente parecía estar bien, pero al cambiar el vaso de expansión se fue rompiendo de todo, lo que hizo que se sustituyera o reparase prácticamente la totalidad de elementos mecánicos, excepto la suspensión. Esta no se encuentra en sus mejores condiciones, siendo la próxima obra pendiente de acometer (ya la tiene en mente) para dejar casi impecable este Visa GTi. Encontrar piezas es fácil, siempre que no sean las específicas del GTi. Comparte muchas con la C15, el resto de otros Visa y el Peugeot 205 GTI. Pero como busques unos faros, los aditamentos aerodinámicos específicos, llantas, tapicería o anagramas, hay que buscar un donante. En stock no queda nada. A Daniel le gusta su coche, especialmente por su homogeneidad. Le parece rápido y divertido, a la vez que útil. La única pega que le encuentra es el consumo, algo elevado. Daniel y yo, al igual que muchos aficionados, estamos de acuerdo en una cosa: el Citroën Visa GTi gana con los años.
En definitiva, el Citroën Visa GTi fue siempre (y sigue siendo) un automóvil diferente. Sobre una base de utilitario puro y duro, el grupo PSA construyó un deportivo de aspecto cuestionable. Pero sus cualidades dinámicas y prácticas lo hicieron triunfar. Además, el hecho de estar fabricado en España le dotó de un precio más que competitivo. Hoy en día, su valor de cotización oscila entre los 2.500 y los 6.000 euros, en función de su estado y conservación.
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