Coches para el recuerdo: Seat 1430 de 1974
Nuevo protagonista en nuestros coches para el recuerdo, modelos clásicos que aún siguen teniendo una gran legión de seguidores. Aquí tenéis una interesante prueba a bordo del Seat 1430 de 1974.
Los años 70 del siglo pasado vivieron la llegada de coches míticos. Una de las berlinas más populares en esa época fue el Seat 1430, el protagonista en este artículo de coches clásicos para el recuerdo. A continuación, puedes disfrutar de la prueba original íntegra que se publicó en el número 334 de la revista Motor Clásico.
"Antes que decantarse por un coupé, un descapotable o un turbo, Gonzalo prefirió estrenarse en la afición con esta berlina, muy difundida en la primera mitad de los años 70. En este caso concreto, un clásico en condición envidiable y de buen andar.
Gonzalo es un tipo con suerte, aunque como dejó escrito el poeta romano Virgilio, la suerte sólo ayuda a los atrevidos. Hace algo más de un año, se desplazó desde Madrid hasta Badajoz con la intención de comprar su primer clásico. Ya tenía decidido que iba a ser un Seat 1430 y lo hizo acompañado por Alejandro, amigo y buen conocedor de la mecánica de dicha berlina de tracción trasera. En la capital pacense, dentro de un taller les esperaba el modelo de color Rojo Amaranto que protagoniza este artículo y que habían visto anunciado para su venta.
Les gustó en cuanto lo vieron, pero antes de negociar había que subirlo al elevador y examinarlo en profundidad. Los bajos estaban sanos, la carrocería recién repintada en su color original, correcta la transmisión y el motor renovado a 0 km. Lo había estrenado en octubre de 1974 el que entonces era el jefe de la estación ferroviaria de Badajoz, quien lo guardaba bajo techo, usaba moderadamente y mantenía en el taller mencionado desde que venció la garantía.
También habían sido renovados el techo interior, la tapicería de los asientos, el piso enmoquetado y los guarnecidos de nappel de las puertas, todo con sus materiales de origen. Además, la tubería del escape se había sustituido por una Duramax de acero inoxidable, que daba la confianza de que este apartado no iba a causar pegas.
Así, este Seat 1430 quedaba listo para seguir utilizándose durante un buen puñado de años, sólo con efectuar los periódicos cambios de aceite, filtros y reglajes oportunos. Precisamente, Gonzalo lo había llevado a la casa de Alejandro una semana antes de que hiciésemos la sesión fotográfica y la prueba. Y es que notaba que la dirección se había vuelto más imprecisa y que el pedal de freno bajaba más de lo habitual. Ambas anomalías quedaron solucionadas, tras ajustar la caja de la dirección y proceder tanto a la sustitución de los latiguillos como a la renovación del líquido de frenos.
Con el coche todavía en reposo, en su frontal se aprecian las seis entradas de aire situadas entre el parachoques y la calandra, distintivas de los Seat 1430 “potenciados”. Se nota igualmente que la parrilla tiene exceso de lamas cromadas, ya que en esta serie sólo brillaba la del centro, cruzada por el escudo Seat rectangular. Sus 75 CV, obtenidos al mismo régimen que la versión aparecida en 1969, se conseguían gracias a una cámara de explosión rediseñada, un carburador diferente y un alzado de válvulas incrementado en seis décimas de milímetro, mientras que el árbol de levas conservaba el mismo diagrama 19-48-59-8.
Por lo demás, cuando se observa su perfil o su trasera este coche mantiene una estética similar a la que tenía el modelo desde 1971, cuando se le añadieron los cerquillos en los pasos de rueda, las válvulas de aireación en los montantes traseros y los grupos ópticos traseros duplicados.
Con el capó abierto, se aprecia que el motor dispone de un acceso cómodo a sus componentes más destacados, como son las bujías, el distribuidor de encendido, la bobina o el carburador, mientras que la caja de cambios queda escondida bajo el tabique de separación con el habitáculo. Eso sí, en este coche llama la atención la funda prestada por un reciente Seat Ibiza, que oculta la batería moderna. “Si hubiese ahora aquellas baterías negras Tudor con su gatito mascota, sobraba la funda”, comenta Alejandro.
Después de abrir la cerradura plana de la puerta y sentarme, se agradece la visibilidad hacia todos los ángulos, que sería aún mejor sin esos triángulos derivabrisas cuyo diseño ya estaba desfasado en aquel tiempo. Tacto suave en la funda de cuero del volante, que deja invisible el tradicional aro duro y plasticoso. Enfrente, las dos circunferencias que engloban la instrumentación, formada por un velocímetro que marca hasta 170 km/h y un cuentavueltas con zona amarilla desde 5.500 rpm y roja desde las 6.000. Les acompañan el nivel del depósito de gasolina, un termómetro de líquido refrigerante y cinco testigos.
Nos dio por quitar la típica alfombrilla de la época, para que se apreciase el color de la moqueta y quedasen bien a la vista los tres pedales suspendidos. La postura de conducción se puede regular en inclinación del respaldo y en distancia, pero habrá que elegir la alternativa más razonable, porque es imposible quedar satisfecho por completo con ese asiento y ese pedalier. Por el contrario, la mayoría de los mandos están en su sitio lógico, hasta incluso el pomo esférico de la palanca de cambios, situado en el lugar exacto en que lo buscaríamos a ciegas.
Al convertirse por ley en equipamiento obligatorio desde enero de 1973, este coche posee de serie cinturones de seguridad en las plazas delanteras y el sistema antirrobo Clausor que bloquea la dirección. Con respecto a este último, no impidió que entonces fuese uno de los automóviles más “tomados de prestado”, dadas sus prestaciones, difusión considerable y aprovechamiento interior. También cuenta con luneta térmica y cristales tintados, dos opciones de fábrica incorporadas en la mayoría de unidades.
Al poner el motor en marcha, se apaga de inmediato el testigo de presión de aceite, señal de que la bomba cumple su función correctamente. En una carretera llana y con dos personas a bordo, las dos primeras marchas quedan cortas y enseguida vamos en tercera a 60/70 km/h, para irle tomando el pulso en una ruta solitaria y con curvas ligeras. En esa situación, el coche resulta cómodo y manejable, el motor de balancines y árbol de levas lateral se deja oír y acelera con firmeza a nada que se dé gas. La dirección es tirando a rápida y los cuatro discos de 227 mm consiguen unas deceleraciones intachables, como en un coche del momento presente. En cambio, el paso por una zona bacheada hace que vayamos más despacio, para evitar que el eje rígido trasero rebote con tanta brusquedad.
Pocos kilómetros después accedemos a una autovía poco concurrida. Acelerando desde el carril de incorporación, el eje posterior se ha calmado y en un abrir y cerrar de ojos vamos en cuarta al límite legal de 120 km/h reales, gracias a una palanca de cambios precisa y de recorrido breve. En esas circunstancias, el motor gira a casi 4.800 rpm porque lleva calzados unos modernos neumáticos 155/80 R 13. Esta medida es la más cercana a su montaje de serie, pero acortan el desarrollo en un 2,5%. A ese régimen, la mecánica puede aguantar sin riesgo, pero es demasiado alta la suma de ruidos aportados por los remolinos del aire y el motor. Si existiese, ya hubiese engranado la quinta marcha.
De hecho, Gonzalo estuvo buscando sin éxito la manera de alargar los desarrollos, algo en lo que también se afanan otros aficionados con clásicos de cuatro marchas. Hasta que encontró la mejor solución, que no es técnica sino de sentido común. Dado que el Seat 1430 se concibió para rodar con agilidad en las antiguas vías de doble sentido, lo gratificante es circular por ese tipo de trazados. Y mejor aún si el firme carece de baches e irregularidades.
En este plan, ideal para un coche de uso lúdico, resulta una delicia viajar a los mandos de esta berlina cuya edad supera los cuarenta. Es bien cierto que hay que perdonarle una dirección algo imprecisa y unas suspensiones que se llevan mal con el asfalto descarnado. A cambio, este ejemplar satisface por su brío y por un estado de conservación que entre su Gonzalo y Alejandro se encargan de preservar."
Dato técnico | Seat 1430 (1974) |
Motor | Delantero longitudinal, 4 cilindros en línea |
Cilindrada | 1.438 cm3 |
Potencia | 75 CV a 5.400 rpm |
Tracción | A las ruedas traseras |
Cambio | Manual de 4 marchas |
Velocidad máxima | 155 km/h |
Consumo medio | 9 l/100 km |
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