Coches para el recuerdo: Renault 11 Turbo, 18 Turbo y 21 Turbo
El 18 y el 11 fueron los primeros Renault de serie con turbo sin relación estrecha con la competición. Y el 21 fue el primero con 4 cilindros… y el mejor motor Renault turbo del siglo pasado.
Si consideramos coches de serie de producción normal, lo que deja fuera al Renault 5 Turbo, estos tres protagonistas de hoy (los Renault 11, 18 y 21 Turbo) fueron sin duda precursores en Renault. General Motors fue la primera marca en aventurarse con el turbo, a principios de los años 60, con el Oldsmobile Jetfire (una versión del Cutlass) y el Chevrolet Monza Spyder (una versión del Corvair). En Europa los pioneros fueron BMW, con el 2002 en 1973, y Porsche, con el 930 un año después: ambos relacionados más o menos directamente con la competición. La primera berlina de corte familiar en Europa fue el 99 Turbo de Saab, en 1978 (echamos de menos la marca ¿verdad?), con un motor 2 litros de 145 CV. En cambio, Renault lanzó su 18 Turbo en 1980, con un motor de 1,6 litros y 110 CV de potencia. Era una berlina muy rápida en su momento, pero más cerca de un coche de uso normal que de un deportivo.
Nace el Renault 18 Turbo
Renault instaló así en su 18 Turbo un motor distinto al que estaba desarrollando para el Alpine Turbo, el Cléon de aluminio con 1,6 l de cilindrada, árbol de levas en el bloque, culata en cuña y válvulas paralelas. El turbocompresor era un Garret que enviaba el aire comprimido a un intercooler y, de ahí, a un carburador monocuerpo. Con 8,6 a 1 de relación de compresión y una presión máxima de 0,5 bar, daba 110 CV en una primera versión, y 125 CV en una segunda con diferencias en el turbocompresor y el encendido.
A pesar del aleroncito trasero y el gran cartel “Turbo” en los costados, el Renault 18 Turbo se desenvolvía mejor en carreteras rápidas que lentas y no era incómodo de suspensión. Incluso en esta versión primitiva con carburador se podía apreciar la ventaja del turbocompresor: en prestaciones igualaba o superaba al Seat 131 con el motor 1,9 l de 114 CV, pero gastaba algo menos. La mecánica del 18 Turbo se traspasó al Fuego Turbo, el primer cupé del mundo que tenía en la gama un motor turboalimentado de gasolina y uno Diesel.
Llega el Renault 11 Turbo
El Renault 11 Turbo, con carrocería de tres puertas, se encuadra ya dentro de lo que se consideraba entonces “un deportivo compacto”. Ahora bien, aunque Renault sólo vendía en España esta versión, también se fabricaba el 9 Turbo con carrocería de cuatro puertas. El motor del 11 Turbo era muy semejante al del 5 GT Turbo que vendría después y, como en éste, hubo dos versiones. En el caso del 11, primero fue una de 105 CV (entre 1984 y 1986) y después una de 115 CV (1986-89). El motivo es que los primeros motores tenían problemas de encendido y detonación, resueltos en el segundo modelo. En el paso de una versión a otra también hubo cambios de carrocería y chasis, como los frenos traseros de disco por los de tambor originales, y una rebaja de 10 kg en el peso total. El motor era el Cléon (Sierra) de fundición y árbol de levas en el bloque, con un turbocompresor Garret T2, intercooler y un carburador carburador monocuerpo,
Las prestaciones del Renault 11 Turbo eran buenas, pero la gran diferencia que habría después entre el GT Turbo y y su competencia no la había en el caso del 11 Turbo. Aun así, estaba a la par o por encima de un VW Golf GTi de 112 CV, de un Lancia Delta HF de 130 CV, de un Ford Escort XR3 de 105 CV, pero no de un Opel Kadett GSi o un Peugeot 309 GTi. El Renault 11 Turbo no tenía una suspensión blanda y sus reacciones eran equilibradas, pero tampoco ofrecía el tacto deportivo de algunos de los modelos mencionados (especialmente el 309 y el Golf). Eso sí, costaba casi la mitad que el Golf o el Delta.
La hora del Renault 21 Turbo
Si en el 18 y en el 11 pueden caber dudas sobre si responden como un deportivo o no, en el caso del Renault 21 estaba bien claro que sí. Quienes llevaron a cabo el proyecto convirtieron a una berlina de lo más pacífica en una especie de GT Turbo con carrocería grande y mucha más fuerza. El 21 Turbo llegó al mercado en 1987 con el motor Douvrin de cuatro cilindros. Este motor, en atmosférico, con 2 litros y 8 válvulas, no era nada del otro mundo, pero por lo menos ya tenía el árbol de levas en la culata y cámara hemisférica, además del bloque de aluminio. Le añadieron un turbocompresor Garret T3 que soplaba hasta 0,9 bar, dos intercooler, inyección electrónica Renix y 8 a 1 de compresión.
La primera versión del Renault 21 Turbo, sin catalizador, alcanzaba 175 CV a sólo 5.200; realmente la potencia era mucho mayor. En 1992 llegó la versión catalizada que se quedaba en 162 CV a 5.500 rpm y perdía parte de la gracia. Era impresionante por su empuje, aunque parte de esa impresión se debía a un retraso de respuesta que seguía siendo grande, mayor incluso que el de algunos modelos anteriores. En cualquier caso, una vez que uno se acostumbraba a tener en cuenta el retraso y pisar el acelerador con anticipación, no molestaba mucho.
El motor era lo que más distinguía al Renault 21 Turbo, pero no lo único. Sobre la buena base del 21, Renault hizo modificaciones en el chasis que lo convirtieron en una gran berlina deportiva: carrocería más baja, ajustes distintos de muelles, amortiguadores y cambios en la alineación de las ruedas. Con una dirección de buen tacto y unos frenos que aguantaban algo más de lo normal (aunque no todo lo deseable), el 21 Turbo quedaba entre los mejores también cuando el conductor no estaba acelerando. El puesto de conducción fallaba un poco, como en todos los deportivos de Renault de la época. Los asientos tenían una forma envolvente, pero con relleno algo blando, y el volante esa inclinación tan característica de la marca que deja la parte superior lejos y la inferior cerca.
En 1989, cuando se empezó a poner de moda combinar motor turboalimentado y tracción total en este tipo de berlinas, Renault lanzó el 21 Turbo Quadra. Tenía un diferencial central planetario asimétrico (más fuerza en el eje delantero) con un acoplamiento viscoso, más un diferencial trasero con bloqueo manual (solo para superficies muy deslizantes). Era la berlina más rápida de su clase hasta que llegaron el 405 T16, que no lo superaba claramente en prestaciones pese a sus 196 CV, y el Opel Vectra Turbo 4×4, más rápido al acelerar pero no más estable. Al margen de las consideraciones que se puedan hacer como deportivo y como producto en general, el Renault 21 fue el mejor de la primera época Renault turbo.
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