Galloper Súper Exceed 2.5 Tdi LX Largo

Bajo la atractiva estética de la anterior generación del Mitsubishi Montero, el Galloper Super Exceed 2.5 Tdi LX Largo, que se ofrece a un precio muy interesante, esconde un modelo bien terminado, amplio y profusamente equipado, aunque también con muchas menos ambiciones tecnológicas y prestacionales que el modelo del que procede.

Los amantes del Montero que no pudieron acceder en su día a este modelo por cuestiones económicas han visto abrirse las puertas del cielo con la aparición del recién llegado Galloper Super Exceed. Y no es para menos, ya que bajo esta denominación, Galloper ha puesto en el mercado un clónico casi perfecto del modelo japonés, pero a un precio más popular. Sin embargo, que nadie se llame a engaño. Si las similitudes estéticas entre uno y otro modelo son más que evidentes, las técnicas no lo son tanto y ponen de relieve los apartados en los que se ha metido la tijera para conseguir el ajustado precio al que se vende el modelo en general, y la versión LX que probamos hoy, en particular.


Con respecto a ella y comenzando el análisis por este apartado técnico, la primera diferencia de relieve con respecto al modelo del que se deriva la encontramos bajo su capó delantero. Así, el Super Exceed no está movido por el poderoso 2.8 turbodiésel intercooler de 128 CV del «Mitsu», sino por el más discreto 2.5 de 99 CV que equipan los actuales Galloper Exceed. Y si tenemos en cuenta que el Super Exceed pesa algo más de dos toneladas (2.007 kg., según nuestra báscula) y que su aerodinámica no es precisamente el mejor aliado para luchar contra el muro de aire, no debe extrañar que las prestaciones se queden en un plano discreto. 20,5 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h y casi 40 para cubrir el kilómetro con salida parada son cifras que dicen poco del poderío de este tetracilíndrico de 2.477 cc.
No obstante, Galloper, en un loable intento de paliar esta falta de «punch», dota a su modelo de un cambio manual de cinco velocidades con desarrollos muy cortos (34,1 km/h a 1.000 rpm en quinta) y cerrados, que permitan extraer el máximo de la mecánica. Ésta es también la característica técnica que salva en cierta medida los papeles del coche en otras mediciones como los adelantamientos, ya que facilitan al motor el recuperar desde regímenes bajos y medios con facilidad. De todas formas, ese intento de ganar viveza tiene la contrapartida de que, en carretera, esos desarrollos extracortos obligan al motor a trabajar casi de continuo en la zona más alta del cuentavueltas. Baste comentar que a 120 km/h el motor está girando ya a más de 3.500 rpm ¡en quinta! Esto provoca que los consumos, discretos a velocidades por debajo de 100 km/h, aumenten considerablemente si se mantienen ritmos de viaje por encima de 120 km/h.