Coches para el recuerdo: Seat Ibiza Cupra
Seat festejó el Mundial de Rallyes de 1996 con el lanzamiento del Ibiza Cupra. Desde entonces, la saga ha destacado por su deportividad y fuerte carácter, además de no poca polivalencia.
Seat tiene en la deportividad y el placer de conducción uno de sus pilares fundamentales. Prueba de ello es que ha intentado siempre tener en su gama de modelos versiones de marcado talante deportivo y, desde que entrara en la órbita de Volkswagen, se ha distinguido por ser una de las marcas del Grupo que más incide en el comportamiento a la hora de realizar la puesta a punto de sus nuevos modelos.
Este año es año de Seat Ibiza 2017, y en el próximo Salón de Ginebra atenderemos a una nueva generación que, meses más tarde, traerá consigo un nuevo Cupra. Pero hoy no toca hablar de nuevos coches, sino de sus anteriores generaciones… para el recuerdo.
Gracias a la colaboración del departamento de coches históricos de Seat, nuestra revista AUTOMÓVIL tuvo ocasión de enfrentar en nuestro Circuito del INTA a algunas de sus generaciones anteriores, que abandonaban temporalmente el museo para demostrar un extraordinario estado de plena forma.
Seat Ibiza Cupra 2013
Entre ellos obviamente destaca uno de los últimos Seat Ibiza Cupra, el de 2013 con 180 CV, un coche mucho más cómodo de utilizar que los Cupra de hace más años. En esto lógicamente tiene mucho que ver el cambio automático DSG de siete velocidades que incorporaba de serie. La suspensión si bien es claramente más enérgica que en el resto de los modelos de la gama Ibiza —muelles 20 mm más cortos, más enérgicos y silent-blocks más robustos, entre otros—, no es en absoluto un coche incómodo. Se acertó de pleno con los reglajes y además de conseguir un comportamiento muy deportivo, como se espera de un Cupra, es un coche que digiere con bastante eficacia las irregularices del firme, algo de lo que precisamente no podían presumir sus ancestros, que eran coches excesivamente radicales en este sentido.
Un aspecto sin embargo que no terminó de convencer fue el funcionamiento del motor 1.4 de inyección directa de gasolina alimentado por turbo y compresor volumétrico. Esta mecánica no sólo es potente, también resulta impresionante la capacidad de entrega que ofrece a bajo, medio régimen y la facilidad que tiene para recuperarse desde abajo cuando se rueda en las marchas más largas. No es de extrañar, que las prestaciones sean muy buenas y que supere con holgura al Cupra R con motor 1.8 litros turbo de 180 CV… y eso que el peso aumentó en torno a 100 kg; mayores dimensiones, carrocería más robusta y un equipamiento más completo tienen la culpa. Pero este motor no sólo puede presumir de unas prestaciones de primera, gracias a su eficiente rendimiento es también una mecánica muy parca en lo que a consumo de combustible se refiere, especialmente cuando se conduce relajadamente; rodando a velocidades legales es fácil mantenerse con él por debajo de los 6,5 l/100 km, lo que le situaba en este sentido más cerca del Cupra TDi que del Cupra R.
Ya en el INTA, estábamos pues deseando visitar nuestro circuito para reunirlo junto al resto de sus ancestros. Tras bajar del camión, estos últimos lucían un aspecto increíble, casi parecían salidos de fábrica y además estaban calzados con neumáticos nuevos para evitar problemas en este sentido. El Seat Ibiza Cupra R era una unidad con muy pocos kilómetros procedente del parque de prensa, mientras que el Seat Ibiza Cupra Diesel estaba completamente a estrenar, con apenas 200 km en el marcador. El Cupra 2.0 16v había recorrido más de 100.000 km, pero aparentemente se encontraba en muy buen estado. Por ser el más veterano, este era el escogido para dar los primeros giros a la pista.
Seat Ibiza Cupra 2.0 16v 150 CV
Y los años se dejan sentir, además de percibir que la calidad de terminación que está a otro nivel, echando de menos el reglaje en profundidad para el volante. Las primeras sensaciones de este Cupra 2.0 16v son muy buenas, el coche se inscribe con eficacia en las curvas, pero se nota que le pesan los kilos en el tren delantero que tiende bastante al subviraje y también se echa de menos una dirección más rápida. El motor atmosférico es bastante voluntarioso, pero lógicamente su rendimiento y capacidad de respuesta está muy por debajo del de sus hermanos que le acompañan en este singular duelo. El coche frena bien y tiene un cambio que permite aprovechar al voluntarioso motor de 2 litros, si bien es verdad que este no parecía encontrarse ya en su mejor momento, de ahí que en el ránking de tiempos se sitúe al nivel de modelos más modestos como podría ser un Suzuki Swift 1.6 Sport.
Seat Ibiza Cupra R
El Seat Ibiza Cupra R compartía la misma plataforma, que en la parte delantera era idéntica a la del Golf II, mientras que el eje posterior provenía del Polo. En esta ocasión el motor empleado es mucho más poderoso. El 1.8 litros alimentado por turbocompresor que se había estrenado en el León, rinde para la ocasión nada menos que 180 CV y un par máximo que roza los 24 mkg, lo que permite a esta versión del Ibiza unas prestaciones espectaculares que no tienen demasiado que envidiar a las de los últimos Cupra. El bastidor estaba, no obstante, un poco al límite de su capacidad, ya que el coche tiene bastante tendencia al subviraje, le cuesta entrar en los giros más lentos y también es muy propenso a las pérdidas de motricidad. De todas formas, el registro obtenido en el circuito resulta excelente y prueba de ello es que se sitúa a escasas seis décimas del obtenido por el modelo más moderno.
Seat Ibiza Cupra TDI
El Seat Ibiza Cupra TDI también contaba con un motor muy poderoso. El 1.9 TDI alimentado por turbocompresor e inyección directa por sistema bomba inyector, desarrollaba para la ocasión nada menos que 160 CV y un impresionante par máximo de 33,7 mkg, con lo que no es de extrañar que las prestaciones estén bastante cerca de las del Cupra R… y eso a pesar de que los desarrollos del cambio son bastante largos. Esta es probable la causa por la cual también pierde más de un segundo en el circuito y eso a pesar de que el comportamiento parece algo más ágil. Conviene tener en cuenta que el bastidor era ya más moderno y eficaz, lo que se aprecia especialmente en un tren delantero más preciso ágil y rápido de reacciones.
De todas formas el avance más significativo en este sentido se aprecia cuando uno se pone a los mandos de las últimas generaciones. El Cupra de 2013 era un coche que tomaba las curvas con una facilidad endiablada, era muy preciso en las trayectorias y además ofrecía una impresionante agilidad. Si a las bondades del bastidor se suma un motor muy poderoso que siempre está dispuesto a responder con contundencia, estaba absolutamente convencido que iba a ser un coche muy rápido en el trazado del INTA. Se desenvuelve como pez en el agua, resultando rápido y muy receptivo a las órdenes que recibe del conductor, pero es verdad que se ha quedado ligeramente por debajo de lo esperado.
En este caso y para nuestra sorpresa, no se podía desconectar del todo los controles de estabilidad. Bien es verdad que cuando se pulsa el botón que anula parcialmente su función las ayudas electrónicas son muy permisivas, apenas entorpecen en la conducción y únicamente entran en acción cuando se han sobrepasado con holgura los límites de adherencia. Más desconcertante es que la gestión del cambio DSG tiene demasiadas «ideas propias» cuando se emplea el modo manual y cuando se producen pérdidas de motricidad, pasa automáticamente a la marcha siguiente para evitarlo y lo hace incluso cuando el motor está todavía muy por debajo del régimen de potencia máxima.
Seat Ibiza Kit Car
No podemos acabar el reportaje sin hablar del Seat Ibiza Kit Car, un modelo que aunque no se un Cupra como tal, tiene sus genes deportivos y con el que Seat conseguía el Campeonato del mundo de Rallyes en la categoría 2 litros en 1996 y 1997. Lo mejor de todo es que el Ibiza no era ni mucho menos el modelo más rápido de su categoría, ya que con un motor que apenas superaba los 260 CV, poco podía hacer frente a los Citroën y Peugeot en los rallyes de asfalto. Afortunadamente la mayoría de las pruebas se celebraban en tierra, donde el Ibiza sí era muy competitivo y conseguía estar por encima de sus rivales, beneficiado por su enorme robustez y un motor que si bien le faltaba potencia, destacaba por su rendimiento a medio régimen y su facilidad para recuperarse desde abajo. El Ibiza resultaba también un coche muy ágil, manejable y fácil de pilotar.
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