Coches para el recuerdo: Mini Cooper 1300
El Mini Cooper 1300 fue uno de los coches más deseados de toda una generación. Fue en los años 70 el coche de moda. Esta es la historia de la leyenda deportiva.
El Mini lo fabricaba Authi en España en su factoría de Pamplona desde 1968. Pero fue en 1973 cuando apareció el Mini Cooper 1300, la versión más deportiva que se construyó en nuestro país. Se ofrecía por 156.000 pesetas, un precio bastante elevado por aquel entonces y que le colocaba en el mercado como un auténtico capricho. Muy cerca de mi casa, de hecho, había un concesionario de la marca y recuerdo perfectamente las horas que me pasaba mirando el Cooper en su escaparate. Mi padre estuvo incluso pensando en comprar uno, pero al final se decantó por un coche mucho más práctico: el Seat 124.
Del Mini me gustaba todo: su estética, su enorme habitabilidad en relación al tamaño, también el sonido del motor y, sobre todo, las posibilidades que ofrecía para competir en los rallyes. El Mini había sorprendido por sus éxitos en competición a nivel internacional, consiguiendo incluso la victoria en el Rallye de Montecarlo en 1964, mientras que en nuestro país Authi creaba un trofeo monomarca.
El Mini Cooper 1300 de Authi
El Mini Cooper 1300 construido por Authi se distinguía de los demás Mini por el techo de vinilo, la parrilla delantera y las llantas de mayor anchura, mientras que en el interior contaba con asientos deportivos, volante forrado en piel y un precioso cuadro de instrumentos plagado de relojes. Como opciones se ofrecían los reposacabezas delanteros y el limpia-luneta trasero. Pero la verdadera novedad del coche se escondía bajo el capó.
El motor 1.300 alimentado por dos carburadores SU anunciaba unos optimistas 68 CV de potencia, si bien su rendimiento estaba lejos del de los Cooper ingleses, para los que se declaraban 76 CV. Ciertamente el motor inglés era mucho más fino y eficiente y, para ello, entre otras cosas, contaba con una relación de compresión más elevada, de 9,7:1 frente a los 8,8:1 del Cooper español. También montaba un árbol de levas de mayor cruce que permitía un superior rendimiento en la parte alta del cuentavueltas.
El modelo británico era además mucho más fiable y robusto, ya que si bien el motor del Cooper 1300 fabricado en Pamplona montaba ya un cigüeñal nitrurado, la calidad de los materiales no era la misma. Los propietarios también se quejaban de que las reparaciones y el mantenimiento no eran especialmente baratos.
La prueba original de AUTOPISTA
En la prueba realizada en su día por Arturo de Andrés en nuestra revista AUTOPISTA, el veterano probador destacaba el excelente comportamiento en curva del Mini Cooper 1300 y su agilidad en los trazados más sinuosos, pero se quejaba de la falta de rendimiento del motor y también del consumo que superaba en carretera ampliamente los 10 l/100 km. Al motor le faltaba carácter en la parte alta del cuentavueltas y también llamaba la atención sobre ciertos problemas de calentamiento en recorridos por carretera pie a tabla, de ahí que la opción de radiador de aceite fuera más que recomendable. Evidentemente al Mini no le gustaban demasiado los viajes por autopista, se encontraba mucho más cómodo por carreteras con muchas curvas.
Destacable era también en el Mini Cooper 13000 su capacidad de frenada. Para ello, montaba discos de freno en las ruedas delanteras y un servofreno, que sorprendían por su buen funcionamiento. Por su parte, el puesto de conducción resultaba muy deportivo. El precioso cuadro de instrumentos estaba plagado de relojes, mientras que el volante de tres radios iba forrado en piel. En el pequeño maletero se ubicaba el depósito de combustible con 36 litros de capacidad. Si algo sorprendía en el Mini era su fantástica habitabilidad interior, donde cuatro adultos podían viajar sin demasiadas apreturas.
Desgraciadamente el Mini Cooper 1300 tan sólo estuvo en producción tres años, dado que Authi con la crisis del petróleo sufrió graves problemas financieros y tuvo que cerrar sus puertas en 1976. Una verdadera pena.
Con el paso del tiempo y durante mis primeros años de carné de conducir, tuve oportunidad de subirme en alguna ocasión al Mini Cooper 1300 de un amigo de universidad. El coche seguía entusiasmando por aquel entonces por sus cualidades dinámicas y, sobre todo, por la diversión que ofrecía su conducción. La dirección era muy directa y algo pesada, pero el coche hacía gala de una eficacia impresionante, lo que le convertía en un auténtico matagigantes en los trazados más sinuosos.
La vida da muchas vueltas y hace dieciocho años surgió la oportunidad de comprar un Mini Cooper 1300 en el mercado de segunda mano. Estaba muy original, bien conservados los interiores y la chapa, no tanto la mecánica a la que tuve que dar un buen repaso. Cambiar los tacos de la suspensión, el embrague, las transmisiones y una buena puesta a punto. El coche funcionaba relativamente bien, aunque en verano por autopista había que tener cuidado y no exigirle demasiado para que no subiera la temperatura; el motor también consumía bastante gasolina y algo de aceite. Las suspensiones eran además muy duras y el Mini resultaba bastante incómodo en carreteras bacheadas.
El Mini Cooper 1300 lo disfruté unos cuantos años hasta que un precioso Alfa Romeo Guilia 2000 Bertone se cruzó en mi camino. Durante un tiempo mantuve los dos coches, pero la falta de espacio me obligó a vender mi querido Mini Cooper 1300. Como consuelo, puedo decir que se lo había comprado a un especialista en coches clásicos con el que mantengo desde entonces una buena amistad y que su actual propietario, también buen amigo, lo mantiene en las mejores condiciones. Cada vez tengo más claro que coches como el Mini Cooper no son sólo piezas de colección, son artefactos que, de alguna manera, tienen vida propia.
Datos del Mini Cooper 1300
Cilindrada: 1.275 cm3
Potencia: 68 CV
Largo x ancho x alto: 3,05 / 1,41/ 1,35 metros
Peso: 640 kg
Velocidad máxima: 165 km/h
0-100 km/h: 14,7 segundos
Consumo: 8 l/100 km
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