Coches para el recuerdo: Audi RS2 (prueba original íntegra)
El Audi RS2 ha sido una de las creaciones más sorprendentes y cautivadoras de todos los tiempos. Con el sello de Porsche conquistó a toda una generación. No te pierdas nuestra prueba de 1994.
Seguimos haciendo un repaso semanal a los mejores coches de la historia y, al mismo tiempo, a las mejores pruebas realizadas por las revistas de nuestra editorial Motorpress Ibérica. En este caso, hoy nos remontamos a octubre de 1994. Fue ahí por primera vez cuando pudimos probar el nuevo Audi RS2. Bajo su inofensiva y funcional carrocería break escondía toda la maquinaria necesaria para poner los pelos de punta al más frío de los mortales: motor turbo de 315 CV, tracción total y un afinado bastidor sellado por Porsche. Puede que fuera, nunca mejor dicho, el deportivo más grande del mundo. Esta fue la prueba íntegra que publicamos en el número 201 de Automóvil.
“¿Quién iba a decir que un coche familiar podría levantar tanta pasión entre el público más deportivo? Lo cierto es que salirse de las pautas habituales trae siempre consecuencias cuando menos sorprendentes. Y con el RS2, Audi ha roto todos los moldes, dando a luz un producto extraordinario con prestaciones y cualidades dinámicas de auténtico pura sangre. No en vano, para su realización, la firma de Ingolstadt no se ha andado por las ramas y ha buscado la colaboración de un valor seguro: Porsche.
Por ello, en este caso, catalogarlo como el break más rápido del mundo no es lo más significativo. Lo realmente impresionante comienza cuando es comparado con los deportivos más radicales del planeta. Sí, nos estamos refiriendo a los Porsche, Ferrari y demás, a los que, utilizando una expresión ajedrecista, deja en jaque y, en algunos casos, en jaque-mate.
En principio, puede carecer de sentido mezclar los más prestigiosos deportivos del mercado con un modelo familiar. Sin embargo, el RS2 tiene de familiar la carrocería, dado que el resto es toda una obra de ingeniería de competición. Porque bajo la piel de este Audi 80 Avant se esconde un afinado bastidor y un motor con un poderío devastador.
Aunque hay varios aspectos donde el Audi RS2 destaca brillantemente, es quizás el motor el que merece una mención muy especial. La base corresponde al propulsor del Audi S2, pero convenientemente retocado en las instalaciones de Stuttgart. Bueno, mejor que convenientemente retocado convendría decir drásticamente brutalizado. Este cinco cilindros turboalimentado, que en el S2 proporciona 230 CV, pasa a ofrecer la escalofriante cifra de 315 en el RS2. Pero lo más sorprendente es que para ello no se ha considerado en absoluto aumentar la cilindrada. Por eso este motor ofrece los mismos 2.2 litros del Audi S2, con idénticas cotas de diámetro de cilindros y carrera de cigüeñal. Esto significa que la potencia específica es una las mayores del mercado, con más de 140 CV/litro.
La evolución de la potencia se consigue gracias a un turbocompresor y un intercooler de mayor tamaño, así como a unos conductos de admisión y escape modificados. La gestión electrónica y el desfase entre las válvulas de admisión y escape también cuentan con una nueva ley de gobierno. En el fondo, el motor del RS2 podría considerarse como una versión actualizada del exitoso 2.1 litros de 306 CV que llevó en su momento el Audi Sport Quattro, un propulsor que proporcionó a la marca de los cuatro aros muchos días de gloria en el Mundial de Rallyes.
De todas formas, tan contundentes soluciones técnicas llevan consigo varias consecuencias. Por un lado, la entrega de potencia se radicaliza hasta extremos insospechados, con un retraso en la entrada del turbo muy considerable. Sin embargo, cuando la sobrealimentación sopla a plena carga se llega a pensar que se rueda a bordo de un cohete de Cabo Cañaveral. A partir de 2.800 rpm, y hasta casi 5.000, el cinco cilindros aporta un par superior a los 40 mkg. Semejante poderío provoca un empujón tan salvaje que llega a parecer que por debajo de dicho régimen el motor casi no existe. En contrapartida, las modificaciones realizadas en la distribución permiten alcanzar regímenes de giro sorprendentes para tratarse de un propulsor turboalimentado, lo que explica que la potencia máxima se alcance a 6.500 rpm, estirándose el corte hasta nada menos que 7.000 vueltas.
Ciertamente, un motor de estas características sería un problema para cualquier transmisión, pero no para la del Audi Avant RS2. La dilatada experiencia de la marca en la configuración de sistemas de tracción integral permanente para turismos deportivos de apellido Quattro se deja notar positivamente. El RS2 presenta uno de los sistemas de transmisión más complejos y eficaces del mundo, con un diferencial central Torsen que garantiza un correcto reparto de potencia entre ambos ejes en todo momento. Además, dispone de un diferencial trasero con posibilidad de ser bloqueado manualmente para arrancar de condiciones de baja adherencia, y que se desconecta automáticamente cuando se sobrepasan los 25 km/h. Esto se traduce en una motricidad inmejorable, sea cual sea el estado del pavimento o independientemente del abuso que hagamos del acelerador.
A lo anterior hay que añadir una caja de cambios manual de seis relaciones muy bien escalonadas, que permite aprovechar al máximo el impresionante potencial del motor. El cronómetro lo corrobora con cifras que hacen sonrojarse a muchos deportivos de campanillas. Por ejemplo, para pasar de 0 a 100 km/h, el RS2 invierte, según nuestras mediciones, 5,29 segundos, es decir, medio segundo menos que todo un Honda NSX, y 30 centésimas menos que el coche de moda, el BMW M3, o que el novedoso Porsche 911 Carrera. Para completar la jugada, el RS2 sobrepasa holgadamente los 260 km/h de velocidad máxima, convirtiéndose en el modelo familiar más rápido del mercado. Además, si no fuera porque la punta está autolimitada, a buen seguro el Avant RS2 podría correr todavía un poco más. Las recuperaciones dejan también el orgullo de muchos deportivos por los suelos: en 5ª y saliendo a 50 km/h, el RS2 alcanza los primeros 1.000 metros en poco más de 31 segundos, es decir cinco menos que el terror de los rallyes del Mundial, el Ford Escort Cosworth.
Todo esto tiene todavía mucho más mérito si tenemos en cuenta que el poderoso Avant RS2 no es especialmente ligero. Tanta sofisticación tecnológica y un equipamiento en el que no se ha escatimado nada se paga caro en la báscula. Porque nuestra unidad ha alcanzado los 1.650 kilos. Pero lo peor de este peso es su reparto, ya que casi 1.000 kilos recaen sobre el eje delantero. Esto condiciona el comportamiento, debido a que, en situaciones límite y en curvas cerradas, a veces cuesta inscribir el morro en el giro. Sin embargo, esta es la única pega que le se puede reprochar. El RS2 es el máximo representante de los coches tren, es decir, de los que van sobre raíles. Resulta prácticamente imposible hacerlo salir de la trayectoria que se determina con el volante. La velocidad de paso por curva es impresionante y conviene tomarlas siempre acelerando para que el sistema de tracción total trabaje a pleno rendimiento, con lo que el agarre resulta impecable. Solamente al límite absoluto o abordando curvas de radio medio o rápidas a ritmo de vértigo se le puede hacer derivar de las cuatro ruedas. Y esto es algo que altera el pulso a cualquiera, a pesar de la seguridad y el equilibrio que aporta el coche.
Los trenes de rodaje han sido afinados en las instalaciones de Porsche, en Stuttgart. Para ello se ha utilizado una suspensión rebajada y unos tarados de muelle-amortiguador considerablemente más duros que los de cualquier otro modelo de Audi, incluidas las variantes S2. De ahí que no sea el coche más indicado para circular por carreteras bacheadas, en las que a más de uno se le caerán los empastes. Por el contrario, la efectividad y el equilibrio entre confort y estabilidad en trazados con buen piso resulta inmejorable.
El equipo de ruedas y frenos es uno de los aspectos más llamativos y característicos del RS2. Procedentes del Porsche 911, las llantas, de 17 pulgadas de diámetro y 7 de garganta, no pueden esconder los enormes discos. Sobre ellos se ubican unas poderosas pinzas de cuatro bombines decoradas en un llamativo color rojo y selladas por la mítica marca de deportivos alemana. Por supuesto, huelga alabar la potencia de frenada de este aparato de Audi: ni el peso, ni la velocidad, por muy alta que ésta sea, plantean el más mínimo problema a la hora de parar el coche. Incluso fatigar los frenos parece una misión imposible.
El interior, por su parte, no desentona en absoluto. El toque deportivo de ciertos detalles se integra perfectamente en un habitáculo lujoso y exquisitamente rematado. Los magníficos asientos Recaro están tapizados en cuero por sus laterales, mientras que el centro, así como los paneles de las puertas, cuentan con una tapicería tipo Alcántara, del mismo tono que la carrocería cuando esta es azul RS (como en nuestro caso) o gris metalizado. Si no, se puede optar por una tapicería de cuero negó. La completa instrumentación, incluidos los tres indicadores de voltímetro, presión y temperatura de aceite situados en la consola central cuenta con fondo blanco, muy llamativo y espectacular por la noche, con las luces dadas, pero que de día deslumbran un poco si recibe la luz directamente.
En cuanto al equipamiento de serie, basta decir que estamos ante un modelo que sobrepasa los diez millones de pesetas. Esto significa que lo lleva prácticamente todo, desde un potente y eficaz climatizador automático hasta airbag para conductor o ABS. El único elemento quizás exigible que hay que pagar a parte es el airbag para el acompañante. El resto de las opciones se centran en componentes más superfluos, que dependen del gusto y necesidad de cada usuario. Lo cierto es que por este precio la oferta existente en el mercado es muy amplia. Con ese dinero se puede comprar, desde un deportivo puro a dos potentes Station Wagon o una gran berlina de lujo, o , por qué no, un buen deportivo y un simple y resolutivo modelo familiar o… En suma, se pueden hacer miles de combinaciones. Sin embargo, ninguna tendría el encanto del RS2, que conjuga a la perfección prestaciones radicales con un espacioso habitáculo lleno de virtudes. Además, sólo con este coche se puede uno dar el gustazo de dejar con la boca abierta a todo el que se adelanta por la carretera (que serán muchos), y de llegar a cualquier sitio pudiendo presumir de tener el break más rápido del mercado o algo tan especial como el deportivo más grande del mundo, ni más ni menos”.
También te puede interesar:
Los mejores coches de los años 80
Mitsubishi Evo vs Subaru Impreza
Ford Sierra RS Cosworth