Primera prueba: Rolls-Royce Ghost Series II, poder absoluto
Casi 5,4 metros de carrocería, 2,4 toneladas de peso, un motor V12 de 570 CV, menos de 5 segundos de 0 a 100 km/h y 310.000 € de precio básico. Todo es grandeza en el nuevo Rolls-Royce Ghost Series II, la última evolución de una suprema limusina de lujo que durante una jornada nos abre la puerta del más ostentoso edén del motor. Pasa y acomódate con nosotros, no te arrepentirás: es una experiencia única.
Es curioso, pero tanto al subir como luego al bajar de un Rolls-Royce te queda una misma primera sensación: la de la alfombra. Basta rodar sólo unas pocas horas al volante del nuevo Rolls-Royce Ghost Series II para percibir una finura, un aislamiento y un confort de rodadura sin parangón en la industria. Una auténtica alfombra voladora. Y basta apenas un minuto para sentir cómo tus pies se hunden en casi 10 centímetros de la mejor lana que nunca pisaste, la que conforma todo el piso de un habitáculo bañado en cada rincón con el mayor lujo que veas en el mundo del motor. Anecdótico, sí, pero de inicio representativo.
Entregado en mano, este nuevo Ghost Series II recién estrenado en el mercado (sí, lo sé, qué responsabilidad) es nuestro por 24 horas. No era la primera vez que me subía a un Rolls-Royce, pero sí a la nueva Rolls-Royce. Hace 6 años, cuando tuve la suerte de conducir el nuevo Phantom Coupé, todo era clasicismo, corrección, tradición. Un chófer te acompañaba y estabas siempre rodeado por la habitual flema británica. Hoy, en cambio, vía libre, máxima normalidad para una firma de lujo que quiere responder a una nueva era. Esa que sustituye la vieja nobleza y la rancia aristocracia por una generación de propietarios millonarios más jóvenes: del nuevo magnate de la industria al emprendedor, empresario o artista de éxito. Esto último no lo digo yo, lo dice ya su dossier.
Nada cambia así respecto a la comodidad y exclusividad que siempre envuelve a un Rolls-Royce, pero sí sientes hoy en este Ghost II un producto más moderno. Evolucionado por tanto sobre el modelo que se lanzó en 2009, estrena un frontal completamente nuevo (su enorme rejilla frontal sustituye el diseño que evocaba a las columnatas de un templo griego asemejándose hoy más a la toma de aire de una aeronave y hay nuevos faros LED enmarcados por luces diurnas), aletas más curvas, una línea lateral más alta de lo habitual para remarcar su deportividad y un capó de acero bruñido rediseñado con la efigie del Espíritu del Éxtasis (así se llama el logo de la marca) más inclinada para ganar presencia durante la conducción. Para mí, sin duda, la vista más distintiva y estimulante del mundo del motor. Hora de arrancar.
De conductor…
Pulsamos el botón de encendido y, de inicio, ni lo sientes. Conocía el mito de que los motores de Rolls-Royce son tan perfectos que se prueban con un vaso rebosante de agua sobre ellos para comprobar que no existen vibraciones, pero no terminaba de creerlo con su espectacular V12 de origen BMW, con 48 válvulas, inyección directa, dos turbos y 6,6 litros de cilindrada. Ya lo montaba antes y, en efecto, no hay nada igual. Como dice la leyenda, a velocidad estabilizada la ausencia de sonoridad es tal que el ruido más alto que oirás es el del reloj eléctrico de su salpicadero, mientras que en aceleración el V12 inicia una espectacular sinfonía convertida ya hoy casi en música clásica. Qué pocos V12 van quedando…
Pie por fin al acelerador y doble sorpresa: de un lado, cuánto corre, muchísimo; de otro, más sorprendente si cabe, cómo lo hace, finísimo. Entenderás que pasar de 0 a 100 km/h en sólo 4,8 segundos a bordo de una limusina de entre 2.360 y 2.420 kg es un dato espectacular, tanto como quedarte pegado al respaldo a cada golpe de ‘kick-down’. Eso sí, para exprimir mínimamente su capacidad, necesitarás casi una pista de despegue.
Atrás quedaron ya los tiempos en los que Roll-Royce sólo declaraba que sus modelos tenían “la potencia suficiente”. Obligados por normativas de la UE, hoy este Ghost II declara nada menos que 570 CV a 5.250 rpm y, mejor aún, un abrumador par máximo de 79,6 mkg ya a sólo 1.500 rpm. Eso sí, como buen Rolls sigue sin mostrar cuentarrevoluciones, sustituido como siempre por un indicador de reserva de potencia. Increíble circular a más de 180 km/h en plena aceleración y observar como aún tienes un 80% para explotar. Siempre eso sí con una suavidad de marcha y una progresión en la aceleración y en la transición entre los dos turbos sobresaliente. Realmente parece que vuelas, que flotas sobre el asfalto.
Eso, por supuesto, en línea recta y curvas rápidas, pero… ¿cómo manejas en el día a día y por carretera semejante “tanqueta”? Pues, aunque parezca mentira, también con sorprendente soltura. Disponible en dos carrocería, el Rolls-Royce Ghost II cuenta con versión de batalla corta (5,40 metros de longitud y 3,30 de distancia entre ejes) y de batalla extendida (5,57 y 3,47, respectivamente). Subido ahí arriba, la sensación de poder es total. Superada esa primera impresión de aparatosidad, y acostumbrado a concentrar todas las miradas de un público que nunca ha visto en directo un Rolls (y pocas veces más verá), se maneja con más facilidad de la esperada. Gira mucho, más de lo que imaginas aunque tengas que dar alguna vuelta más de volante de lo normal. Tiene mucha fuerza abajo para moverte con soltura y es también más ágil de lo que imaginas.
A pesar de su envergadura, Rolls-Royce ya nos anunciaba un modelo mucho más dinámico. En su evolución, el Ghost hoy presenta mejoras en la suspensión, con un nuevo diseño de sus columnas, unos amortiguadores revisados y nuevos cojinetes hidráulicos en el eje trasero. Menos vibraciones, más calidad de conducción y más estabilidad, gracias también a una dirección con nueva puesta a punto. Tan celoso siempre de sus cambios, poca información más hace pública Rolls-Royce, pero lo cierto es que su Ghost se mueve de maravilla, casi sin balanceo, con inercias muy débiles y controladas, y una gran progresividad de reacciones a pesar de llevar toda su potencia sólo al eje trasero. Obviamente no es un súper deportivo, ni pretende serlo, pero casi no te crees lo bien que va junto a inmensas llantas opcionales de 21 pulgadas (petición expresa del mercado chino y de Oriente Medio) y lo contundente incluso que frena.
Asociado al motor llega un cambio automático ZF de 8 marchas, el mismo de una BMW hoy propietaria de la firma, de exquisito funcionamiento. En él, Rolls no quiere que intervengas con nada más que con un pulsador (Low) que vendría a ser algo así como un modo deportivo. Ni levas, ni posibilidad de seleccionar marchas. ¿Para qué? Va de maravilla, muy suave, rápido y con el nuevo sistema de transmisión asistida por satélite que ya incorporó recientemente el Wraith. Con información del GPS, es capaz de anticiparse a tus movimientos basándose en la posición del coche y en tu estilo de conducción. Así, al detectar por ejemplo que circulas rápido entre curvas, es capaz de seleccionar una marcha más corta para garantizar la mejor respuesta cuando pises el acelerador. Impresionante lo bien que va.
Y de acompañante
Si al volante y en marcha se acaban los adjetivos para definir este Rolls-Royce Ghost II, de acompañante nos encontramos con el mismo problema. Aunque quiera rejuvenecer su imagen y aportar mayor dinamismo, estas limusinas británicas siempre se pensaron para ir con chófer… y aún los disfrutarás así. Rodeado así como siempre por un tacto exquisito y por la mejor selección de materiales tanto en madera como en pieles, sus habitáculos siguen realizándose por completo a mano en procesos de montaje que duran hasta un mes. Y con tanta minuciosidad que ni siquiera permiten tolerancias superiores a 0,1 milímetros.
Entramos así en sus dos plazas traseras (las puertas posteriores, por cierto, son de sentido contrario al habitual, con las bisagras detrás para mejorar el acceso) y el ambiente es del mejor despacho de dirección. Tanto los asientos delanteros como los traseros han mejorado en ergonomía y ajustes, estos últimos incluso formados por dos butacones independientes que han variado el ángulo para mejorar la comunicación entre acompañantes. Vamos, para una reunión en “Business”. Gran espacio en todas las cotas, mesitas independientes de la mejor madera, funciones de masaje, tres opciones de climatización o calefacción, pantallas individuales para seguir la TV o tener acceso a Internet o a todos los datos de viaje… No falta de nada.
Como tampoco falta hoy el más moderno equipamiento a bordo. Desde dos Touch Pad (uno entre los asientos delanteros y otro entre los traseros) capaz de reconocer también caracteres ingleses, árabes y chinos (¿Por qué será?) para manejar todas las funciones de una gran pantalla central de 10,25 pulgadas, a la mejor conexión a Internet por tarjeta SIM y creando toda una red Wi-fi, a todo tipo de cámaras y a un espectacular equipo de Audio fabricado y diseñado específicamente para este Ghost, con altavoces de bajos en el maletero, 7 altavoces de agudos estratégicamente repartidos por dentro y otros dos altavoces en la tapicería de techo para envolver todo el habitáculo. Incluso unos micrófonos monitorizan constantemente el ruido ambiental del exterior para hacer ajustes y corregir frecuencias. Por no hablar también de los habituales paraguas que ocultan los paneles de las puertas delanteras de todos los Rolls-Royce.
Llegó la hora. Toca bajarnos de esta auténtica joya del motor. Su precio, 310.000 euros, en realidad es anecdótico. Teniendo en cuenta que hasta un 82% de los modelos de Rolls-Royce comprados pasan por el departamento de Bespoke (la división británica especializada en la personalización más exclusiva y extrema), la factura final suele ser bastante más alta. Poco importa a sus clientes, porque, como dijo Henry Royce, “sus coches están diseñados desde sus orígenes, en 1904, para quien esté dispuesto y capacitado a pagar por el más selecto automóvil que el dinero puede comprar”.