Nuestra aventura por el desierto en un Renault 4

Dos compañeros de Autopista.es, Carlos Díaz y David Jiménez, han participado con un 4 Latas de 1983 en el Rally Clásicos del Atlas. No te pierdas el testimonio en primera persona de la que ha sido la aventura de sus vidas.

Participamos con un 4 Latas en el Rally Clásicos del Atlas

Participamos con un 4 Latas en el Rally Clásicos del Atlas

Participamos con un 4 Latas en el Rally Clásicos del Atlas

Participamos con un 4 Latas en el Rally Clásicos del Atlas

La aventura de estar 8 días en Marruecos no empezó el día que nos montamos en el Ferry en Tarifa. Tras la decisión de apuntarnos al “Rally Clásicos del Atlas”, la aventura empezaba con la preparación mínima que debes realizar antes para abordar con éxito una aventura en el desierto con un Renault 4 y con los 33 años que tiene a las espaldas.

Tras hablar con amigos de amigos, e investigar mucho por internet, tomamos la decisión de llevar el coche a Rodriauto Navalcarnero, para hacer una puesta a punto del vehículo y modificar el sistema eléctrico. Tuvimos que poner luces de largo alcance, conectores de 12V para cargar móviles, tablets y, lo más importante, la nevera. Para que la batería soportara las nuevas exigencias, tuvimos también que adaptar un alternador de 55 Amperios que montaban los Renault 5 de 1985, el cual compramos en un desguace. Nos recomendaron poner un segundo electro, con positivo directo, para evitar las altas temperaturas y pudimos encontrar uno en una de las mil veces que fuimos recorriendo los desguaces. Se intuye que el presupuesto era ajustado…

La mecánica de nuestro Renault 4, o 4 Latas como se ha conocido popularmente, estaba en condiciones de hacer la aventura (es un propulsor de 1,1 litros con algo menos de 40 CV), por lo que sólo realizamos una revisión y el cambio de una de las transmisiones. En el reglamento del Rally Clásicos del Atlas nos exigían también cubre cárter, y tuvimos que “apañar” uno de una Renault Kangoo 4×4 (bendito cubre cárter cuando estás rozando constantemente multitud de piedras).

Tras recoger nuestro R4 en Rodriauto, decidimos traerlo a las instalaciones del Centro Técnico de Autopista.es. Teníamos aún por delante muchas mejoras que hacer y, como siempre, poco tiempo. Las tardes en Motorpress Ibérica se hacen largas.

De nuevo, otra visita al desguace para conseguir unos asientos algo más cómodos y seguros, ya que los nuestros no tenían reposacabezas y estaban tan dados de sí después de 30 años, que tenían un tabla en los muelles para que no se hundieran. Montamos así unos asientos de los Renault Clio posteriores al año 2000… y se quedaron inclinados hacia afuera: tuvimos pues que volver a desmontarlos y hacer unas pletinas para nivelarlos. Además, por intentar mantener los soportes del propio coche, la regulación se quedó muy adelantada, por lo que eliminamos los topes posteriores de las guías.

R4Aquí es cuando entra en escena Javi Nuñez, un amigo que decide invertir sus tardes en nuestra locura, viendo que por tiempo íbamos a llegar muy justos. Hora de poner los guardabarros traseros, una pletina de fijación que diera más rigidez al alternador pues cimbreaba demasiado (esto en pleno Marruecos es una de nuestras peores pesadillas, el sonido de la correa se hace notar kilómetros antes de entrar en los pueblos). Modificamos otra vez el cubre cárter porque no teníamos sitio de donde ser arrastrados llegado el caso, así que tuvimos que quitar de nuevo los paragolpes y modificarlos. Compramos unas “Tow strap sparco” y se las pusimos, (éstas nos duraron dos tirones, literal: dinero tirado a la basura).

En recta final de salida, ya a dos días de emprender la aventura, se nos rompió para colmo el clausor: la llave no giraba y, tras 2 litros de aflojar todo, nada que hacer. Cosas de la edad. Pensábamos ya pues en irnos con el puente hecho hasta Marruecos, pero otra vez Javi fue capaz de sacar de la chistera un arrancador de competición. Una vez lo pusimos, ya a un día, nos sobró un cable, que no valía para nada, hasta que salimos a dar la última vuelta de reconocimiento, vimos que el coche se calentaba y que no funcionaba el termostato. En 10 minutos lo arreglamos: resulta que el cable no sobraba.

No acababan ahí las complicaciones: también vimos que el coche perdía agua, pero no sabíamos de dónde, ya que era agua normal y no encontrábamos la fuga. El problema fue que se había roto el motor del limpiaparabrisas y se salía por ahí. Con el tiempo que teníamos decidimos irnos así y sacar el brazo por la ventana con una botella de agua: arreglado… así lo hicimos cientos de veces. Buff. A ultimar ya detalles como vinilos, emisora, anclajes del suelo para las cajas, alfombrillas metálicas… ¡A por ello! Despedida con los compañeros de redacción y sensación de que no íbamos a volver nunca: poca fe creemos en el coche.

Primera parada obligatoria en Rodriauto Navalcarnero: las ruedas de tacos que no habíamos probado por tiempo, empiezan a rozar en las aletas. Madre mía cómo empezamos el viaje. Luego un diluvio durante 430 kilómetros hasta Calzadilla de los Barros (parada para dormir)… y de repente empieza a entrar agua por la calefacción: fotos y risas dentro del coche.

Llegamos por fin a Tarifa y nos hacen entrar los últimos al ferry: ya pensábamos que encima nos quedábamos fuera. En Tánger empieza ya de verdad la aventura, con un tramo de enlace de 280 km en 4 horas, por carreteras nacionales en obras, el no va más. Toca pasar las verificaciones sin problemas y asistir al primer briefing: el rutómetro nos marca que la etapa es de dificultad “fácil”. Ahora sí, aquí empieza de verdad la aventura

1º etapa: el inicio

Tras el tramo de enlace, “llegamos” a la salida de crono, y digo llegamos porque estábamos a 2.200 metros de altura, en el medio Atlas y en una pista de piedra suelta y con unas roderas que nos rozaba el coche. Todos los 4×2 subimos remolcados y cuando llegamos a la salida, nos dijeron que la etapa había sido neutralizada por un talud de nieve que ni un Jeep Grand Cherokee había podido pasar: le habían tenido que rescatar. Nos preguntamos: “Si esto era fácil… lo que nos espera”.

Renault 42º etapa: ya “planchas y eslingas”

Sí, nos esperamos lo peor. Llegamos a la primera duna y nos quedamos unos metros atascados: gracias a las planchas y a los brazos de nuestros compañeros Iñigo e Itziar logramos sacar el coche. Momento para replantearnos las cosas y buscar un camino alternativo, rodeando un poco la duna. Carlos Díaz al volante “a fondo” (palabra que nos acompañaría ya durante toda la aventura) y David Jiménez por delante del coche buscando firme duro por donde pasar. Logramos así entrar en el primer CHPO (Check Point) en el puesto 32 de 67 (todo un logro para nuestro WR4L).

Ya en la segunda crono, una gran duna se cruzó en el camino de todos los 4×2. Nos llega entonces la noticia de que un GR está medio volcado en la duna y 7 coches 4×4 atascados: así que una veintena de coches 4×2 nos dimos la vuelta intentando buscar una salida a ese infierno. Empieza a granizar encima en el desierto, coches atrapados y copilotos empujando bajo el granizo… y la lluvia constante. Gracias a la colaboración de un compañero con un Jeep Cherokee V8 que nos acompañó para no dejarnos solos pudimos salir de todos los atascos. Llegaba la noche y la lluvia no cesaba, así que decidimos llamar a la organización y que vinieran a buscarnos a todos. Sobre las 11 de la noche dejó ya de llover y empezó a aparecer el hambre: jamón, queso, comida de todas las regiones españolas, vino, cerveza y algún licor que otro para intentar entrar en calor. Por fin llegamos al hotel sobre las 1 de mañana, siguiendo a otro R4 remolcado que no quería arrancar. Casi nada para ser el segundo día.

3º etapa: empezamos con navegación y brújula

La etapa es asequible para nuestro R4, pero nuestras dotes con la brújula dejan mucho que desear. Estábamos llegando al final de la etapa por una de las miles extensiones completamente planas del desierto, cuando nos dimos cuenta de que las antenas de referencia no las veíamos de frente, sino a unos 2 km a la izquierda… y la estela de los demás coches se veía a lo lejos.

Por nuestra ruta solo íbamos nosotros y un Mitsubishi Montero V6, así que nos pusimos a intentar cruzar en dirección a las antenas: el firme cambia y empieza a haber arena blanda, por lo que tenemos que abortar en mitad de la trazada e irnos por una pista más cómoda. Este cambio de rumbo fortuito nos hizo evitar un lago de dunas donde vimos luego muchos coches atascados. Cuando ya encarábamos el control, nos dimos cuenta que teníamos mal apuntada la hora de entrada y empezó a cundir el pánico dentro del coche. ¿El resultado? Entramos con tres minutos de retraso, cuando llegábamos con más de 7 horas de adelanto

4º etapa: etapa larga con navegación y algo de arena.

Nada más salir del tramo empezamos a encontrarnos lagunas de arena, que las podemos ir esquivando poco a poco hasta que nos metemos en una y nos quedamos. Después de sacar planchas y empujar, aparece un Jeep Wrangler con ganas de arrastrarnos unos metros. Enganchamos la eslinga y cuando vamos hacia el coche empieza a acelerar y nos arranca el tirador. Tenemos que pasar al Plan C: directamente la eslinga a un travesaño del chasis.

4 Latas5º Etapa: ¡con tramo nocturno!

La 5ª etapase componía de tres tramos: uno nocturno que empezaba a las 4 de la mañana y que repetíamos de día, y otro para después de comer. Tras el briefing tomamos la decisión varios coches 4×2 de no salir en el nocturno, ya que empezaba con arena y en esta primera etapa no había coche de asistencia, por lo que podíamos estar en una duna hasta 4 horas esperando a que pasase alguien. Salimos en la segunda y parecía que, aunque había arena, siempre se podía pasar por los bordes o fuera de la pista: nos quedamos dos veces atascados y logramos salir por nuestros medios. El escape empezaba a sonar más de la cuenta hasta que el coche se empieza a poner en escape libre, así que decidimos tirar adelante porque nos quedaban 3 km hasta el CHPO. Pero el coche empezó a fallar, los humos de escape entraban directamente a la admisión y la falta de oxígeno ahogaba el motor. Lo intentamos poner sin perder mucho tiempo para entrar en hora. Una vez llegamos al CHPO tuvimos que tirar de nuestro gran aliado, el alambre, y fijarlo todo para que no se soltara más. Otros participantes empezaban también a tener problemas con la gasolina, pues la única gasolinera que teníamos cerca ya no tenía Sin plomo.

Llegaba la tercera crono por una pista preciosa entre montañas, muchas piedras y cuestas. Llegando a una zona complicada nos encontramos con un hermano (otro 4 Latas) que necesitaba nuestra ayuda, así que nos hizo perder inercia y tiempo. También nos dimos cuenta de que el maletero se había abierto un poco y que nos faltaban las herramientas y alguna cosa más. Llegando a la gran cuesta, el coche no quería subir, se ahogaba en mitad de la cuesta (2.000 m de altura). Nos alcanza en ese momento otro R4 que nos muestra su invento, una bomba auxiliar eléctrica de gasolina que la activa desde dentro. Nos adelanta y dos curvas más adelante nos lo encontramos vaciando el extintor: tras la “exhibición”, el motor empezó a arder. Hora de esperar a que vengan los coches de rescate, pues el camino estaba bloqueado: la situación nos penaliza mucho tiempo.

6º etapa: vuelta atrás

En el Briefing nos comentan que tenemos que cruzar un gran río, arrastrados y marcha atrás en el mejor de los casos, ya que con las recientes y copiosas lluvias el río ha podido crecer desde los reconocimientos semanas atrás y habría que dar la vuelta. De hecho, la Policía marroquí recomienda la cancelación de la etapa. Desde el día anterior estamos en plena cordillera del Atlas. Los más intrépidos y “competitivos” deciden irse al rio la tarde de antes y dicen que el agua llega por la cintura del coche, que cubre nuestra rueda: esto nos hace pensar en todo nuestro material y en el mal rato que podíamos pasar.

Finalmente, etapa anulada para los coches 4×2: nos vamos de ruta por carretera. Llegamos a una aldea donde se hace la entrega de la caja solidaria a una Escuela. Ahí mismo empieza la segunda crono. Para ésta nos piden planchas para pasar zanjas. Salimos bien de tiempo y pasamos las primeras. En la última nos encontramos a un motorista Italiano en el suelo y a nuestros amigos de “2 Pronto de Granada” parados auxiliándole. Viendo que el motorista había perdido un rato el conocimiento y que no se acordaba de nada. Hablamos con sus compañeros de llevarlo a nuestro equipo médico y desgraciadamente para nosotros damos la etapa por terminada. Nos volvemos al control con el motorista en nuestro coche hablando italiano con Carlos y en su moto David. Casi nada.

Nuestra aventura acaba así en Ouarzazate, una bonita ciudad al sur de Marrakech, más conocida por tener varios estudios de cine: está a 850 km de Tánger. Así que por la noche aprovechamos para “reapretar” todo y poner las ruedas de carretera, ya que nos espera un último sprint para llegar de vuelta a coger el ferry a tiempo.

En definitiva, una semana en un Raid-Aventura en la sufrimos más de lo que le pueda parecer a nadie, pero en la que disfrutamos también el doble. Pagamos muchas novatadas que si repetimos, y damos fe que sí, al menos intentaremos no volver a caer en ellas. Pero, sobre todo, el recorrido y las especiales de este año creemos que no estaban preparadas para los coches de dos ruedas motrices. Había sitios donde los 2RM se paraban directamente porque sabían el resultado. Esperando a los 4×4, y que no llevaran mucha prisa…. No es lógico. Al diseñar una especial tienes que prever al menos la lista de inscritos, y que el total de los participantes puedan disputarla por sus propios medios sin depender de terceros. O, al menos, así lo pensamos los 2RM.

Nos quedamos con la experiencia y con el grupo de amigos y sus coches. El R19 de Rodrigo e Isabel, el “Pandita” de los Pollos hermanos, el Panda de Iñigo e Itziar con sus andamios incluidos, el potente Golf de Andoni y Fernán, el Panda de los valientes madrileños Joseba y Ricardo, el Discovery de los “universitarios”. Repetiremos. Sin duda.